

Hay películas que aparecen como una especie de milagro. No necesariamente por ser perfectas o geniales, sino simplemente por aparecer cuando uno no las espera. Ése es el caso de La Tigra, Chaco, film que, a pesar de su nombre, no es uno más de la miríada de documentales que andan dando vuelta por ahí (dicho esto sin menospreciar el documental). No, La tigra... se trata de una ficción que está mucho más cerca de la Nouvelle Vague que de Jorge Prelorán. Es la historia de un chico que vuelve al pueblo porque debe hablar con su padre y que, mientras tanto, se reencuentra con una compañerita de la infancia y, poco a poco, como al sesgo, se enamora. Como corresponde en estos casos, la chica tiene un novio que toca en una banda rock. Es decir: lo que tenemos aquí es, ni más ni menos, una comedia romántica que se desarrolla en un ambiente que carece de cualquier marca de artificio. Por supuesto se trata de actores y de una historia "artificial", pero aquí lo que juega es la transparencia, la idea constante de que ese mundo existe y es como el nuestro. Ese primer desafío -cada vez más difícil de solventar en el cine de hoy- los realizadores Federico Godfrid y Juan Sasiaín lo sortean con elegancia. Después viene la idea de cierta economía, que, aunque no parezca, no tiene que ver con gastar poco -es evidente que se trata de un film realizado con lo justo y menos-, sino con mostrar lo imprescindible. Pero los personajes, el lugar, el clima y la historia se nos vuelven tan placenteros que todo termina conquistando el halo de "imprescindible". Por una vez, como espectadores paseamos sin miedo por un universo pequeño que comprime el nuestro y forja memoria. El amor de esos dos (impecables Guadalupe Docampo y Ezequiel Tronconi) es algo que querríamos que nos pasara a nosotros. D'ESPÓSITO, Leonardo M.:"La Tigra, Chaco"; Revista "El Amante Cine"; Año 18, N° 199; (Diciembre de 2008); (páginas 46-47).